viernes, 27 de enero de 2012

Noosa: surféame otra vez


Y llegó el momento más esperado. La razón última por la que me he cruzado el mundo: Henar surfeando.

En mi viaje a Noosa con los suizos el fin de semana pasado, surfeé. No, bueno, lo intenté. Es difícil de narices, eh? Tuve suerte que uno del grupo sabía bastante del asunto y me dió un par de clases, porque si no me hubiese arruinado y no hubiera obtenido ningún resultado. 








Darío, mi profe, y su alumna más torpe.



Los chicos, listos.



    Las chicas, marujeando antes del remojón.




La técnica parece fácil, pero no lo es. Primero, porque una vez que viene la ola es muy difícil mantenerse en la tabla, y no salir disparada en dirección opuesta a ella. Y, segundo, porque dar el paso de estar tumbado a de pie es lo más contrapuesto a mi equilibrio.






Oh! *_* ¿quién es esa en primera línea?



La tabla, además, lleva una cuerda que te enganchas al tobillo para que no la "pierdas", pero que a mí casi me hace perder los piños. Como os digo, viene la ola, pierdes el equilibrio, te escurres, tabla por un lado, Henar por otro... pero, ojo, el efecto boomerang de la cuerda es demoledor, porque sin darte cuenta tiras con el tobillo... y ¿a dónde va la tabla? pues directa a tu boca :( Qué dolor. ¡Me tragué, literalmente la tabla de surf!



1 comentario:

  1. Pero bueno? Qué haces con Laura y conmigo de palique en la playa con las tablas de surf a cuestas? jajaja
    Ten cuidado con los piños que arreglárselos en el extranjero me han dicho que cuesta una pasta... por lo menos por estas latitudes del planeta.
    Un besete y a surfear!

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